Me acerqué a la ventana, ventana la cual tenía los cristales borrosos y aguados. Un día neutral, un día silencioso y antiguo. La poca gente que caminaba por la calle, con el paraguas en la mano, sin saber a donde dirigirse, miraba a cielo y veía, al igual que yo, ese cielo que cada vez estaba más cerca del suelo.Un cielo taciturno y elástico.
Dos o tres gotas cayeron.Una chiquilla con coleta miraba a su madre buscando atención.Pero no. Tozuda y grosera, le devolvió la madre a su hija, una mirada de desespero.
Al girar mi mirada, me di cuenta de que aquel bareto en el que siempre estaban más de cinco jubilados con su vermut delante, estaba desierto y pobre. No me sorprendió.
Dos o tres gotas cayeron.Una chiquilla con coleta miraba a su madre buscando atención.Pero no. Tozuda y grosera, le devolvió la madre a su hija, una mirada de desespero.
Al girar mi mirada, me di cuenta de que aquel bareto en el que siempre estaban más de cinco jubilados con su vermut delante, estaba desierto y pobre. No me sorprendió.
Ningún coche, bicicleta, autobús circulaba por esa calle de Madrid.
Esperé pocos minutos, y de repente, un silencio invisible invadía la ciudad.
Esperé pocos minutos, y de repente, un silencio invisible invadía la ciudad.
Definitivamente, se notaba. La muerte de aquel prestigioso artista,que a tanta gente le había dado sentido a todo, esta presente en todo rincón,callejuela y local de Madrid.
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